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La repetición de los decretos aumenta sus beneficios

Los decretos están hechos para ser repetidos. En Oriente la gente repite sus mantras una y otra vez, incluso miles de veces al día. Pero en Occidente no estamos acostumbrados a la idea de la repetición de una oración.

Tanto místicos como científicos han demostrado los beneficios de la oración repetitiva. Los místicos de la iglesia ortodoxa oriental tienen una tradición que consiste en repetir la sencilla oración, «Señor Jesucristo, Hijo de Dios, ten piedad de mí», miles de veces. A lo largo de los siglos, los monjes que han hecho esto han dado testimonio de experiencias místicas extraordinarias y de un sentimiento de unión con Dios.

Los monjes medievales decían que después de repetir esta oración durante muchas horas a lo largo de varias semanas, entraban en un estado de conciencia elevado. Contaban que podían ver una poderosa luz a su alrededor, a la que comparaban con la luz que los discípulos vieron en el rostro y las vestiduras de Jesús cuando fue transfigurado.

El Dr. Herbert Benson, presidente y fundador del Instituto de Medicina Cuerpo-Mente en la Escuela de Medicina de Harvard, comprobó que aquellos que repetían mantras sánscritos durante tan solo diez minutos al día experimentaban cambios fisiológicos tales como ritmo cardíaco reducido, menor nivel de tensión y metabolismo más lento. La repetición de mantras también bajaba la presión sanguínea de los que la tenían alta y generalmente reducía el consumo de oxígeno del sujeto, indicando que el cuerpo se encontraba en un estado de relajación.

Estudios posteriores documentados en la publicación de Benson, Timeless Healing, descubrieron que la repetición de mantras puede beneficiar el sistema inmunológico, mitigar el insomnio, reducir las visitas al médico e incluso aumentar la autoestima. Benson y sus colegas también pusieron a prueba otras oraciones, incluyendo «Señor Jesucristo, ten piedad de mi», y hallaron que tenían el mismo efecto.

Las personas se preguntan a menudo: «¿Por qué tengo que pedirle a Dios algo más de una vez?» Repetir un decreto no es simplemente hacer una petición una y otra vez. Cada vez que repites un decreto, estas construyendo un «moméntum», una acumulación de energía. Estas intensificando el poder del decreto a medida que lo calificas con más y más energía de Dios.

La energía de Dios está fluyendo hacia ti a cada momento desde tu Presencia Yo Soy, a través de tu cordón cristalino. Así que mientras pronuncias tus decretos, estas cargando continuamente toda la energía que se mueve a través de ti con el poder de Dios. Cuanto más decretas, más energía positiva puedes emitir al mundo para tu bendición y la de otros.

Imagínate que estas al borde de un río y viertes un litro de pintura morada en el agua. El agua se vuelve de un morado intenso; pero tan pronto como esa parte del río avanza corriente abajo, el agua se aclara de nuevo. Si quisieras hacer que todo el río fuera de color morado, tendrías que seguir vertiendo enormes cantidades de pintura morada en el agua.

Así sucede con los decretos. Sólo con decretar durante unos minutos, tus decretos influirán en una situación. Pero a veces nos encontramos con situaciones tan graves que nos exigen un trabajo continuado. Pronunciar un decreto una vez no es siempre suficiente para superar desafíos importantes.

Por ejemplo, si estás muy preocupado por un ser querido que va a pasar por una intervención quirúrgica, puedes hacer decretos de curación por él durante toda la intervención. Si un avión se estrella, o se produce un accidente de tráfico o un terremoto y sabes que muchas personas están sufriendo o muriendo, será necesario que decretes durante un tiempo para apoyar a los implicados, así como al personal médico que se encuentre en el escenario del suceso. Si estas considerando realizar un cambio importante en tu carrera y quieres estar seguro de cuál es el siguiente paso, necesitaras continuar decretando para recibir Dirección Divina en tu vida hasta que sientas sin lugar a dudas que tienes la respuesta.

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